Cómo nutrir a los más pequeños de la casa sin morir en el intento

Sep 30, 2020

Creo que nadie tiene la respuesta correcta a esta pregunta, yo no lo sé. Lo intento cada día con la esperanza de no equivocarme, pero ciertamente lo hago más frecuentemente de lo que me gustaría.

 

Un hijo es sin lugar a dudas, el ser enviado del cielo para darnos las lecciones que de otra forma no aprenderíamos.

 

Es el maestro más perfecto. Nuestra responsabilidad es la de mantenerlo con vida, y nuestro privilegio es integrar las lecciones que vienen grabadas en su disco duro, diseñadas especialmente para nosotros. Abrir el corazón para respetar sus decisiones por absurdas que parezcan y al mismo tiempo darles las herramientas para su propia supervivencia no o es tarea fácil.

 

¡Encontrar el balance entre el amor y los límites, de hecho, creo es el trabajo más difícil del mundo!

 

Esta semana vi dos películas maravillosas que hablan de la imperfección perfecta de la paternidad: “The odd life of Thimothy” y “People like Us”. No existe un papá o una mamá perfectos, ni jamás existirán, pero si existen millones de papás y mamás amorosos y eso, ¡no tiene precio!

 

Desde un espacio de amor, haremos siempre lo mejor para nuestros hijos y nunca nos equivocaremos, aunque a veces parezca lo contrario. En los tiempos ancestrales la gente trataba de darles de comer a sus hijos los alimentos que estuvieran disponibles en la naturaleza, para garantizar la supervivencia de la especie, de su raza y la supremacía física, intelectual y emocional de sus tribus.

 

Ellos sabían que lo que comían sus hijos afectaba directamente su nivel de crecimiento, de fuerza, de inteligencia y que con el tiempo esa comida los ayudaría a sobrevivir para ser los más aptos. No escatimaban en caminar kilómetros para conseguir el cangrejo más nutritivo, o sembrar y cultivar el mejor cacao o spirulina para mineralizar esos pequeños cuerpos.

 

Vivimos en el momento histórico en que peor nos hemos alimentado, cambiamos los nutrientes por la comodidad y nuestros hijos están sufriendo las consecuencias. Ahora ellos no tienen que luchar por la supervivencia, o la supremacía de su tribu, pero sí competir en un mundo en el que cada vez hay menos oportunidades y millones de jóvenes buscando un espacio. Si queremos que nuestros hijos desarrollen su máximo potencial, tenemos que aprender a darles el mejor combustible disponible para que ellos hagan el resto.

 

No podemos pedirles que saquen 10 en el colegio, que sean abogados o astronautas, si no les damos también la materia prima que necesitan para ayudarlos a enfocarse y absorber lo que aprenden. No podemos pedirles que sean futbolistas si sus células no tienen los nutrientes que necesitan para desarrollar sus huesos y músculos de la mejor manera. Estoy segura que tú como yo, desde un espacio de amor, siempre has tratado de darles lo mejor, incluyendo la mejor comida; desgraciadamente hay tanta información e intereses, que la mayoría de las veces nosotras mismas ya no sabemos qué es lo mejor. Somos los papás los responsables de hacer que nuestros hijos prueben todos los sabores y texturas posibles desde pequeños, de esa forma, su gusto siempre estará abierto a recibir.

 

Si yo voy limitando las opciones que les ofrezco a mis hijos a lo que se encuentra en el “menú de niños”, poco a poco su paladar irá perdiendo el gusto y será más difícil integrar los alimentos que verdaderamente los nutren más tarde en su vida. El comer sano no quiere decir que la comida no tenga sabor, hay muchas alternativas para disfrutar del placer de la comida sin sacrificar el paladar, pero hay que entrenar el paladar para reconocer el sabor.

 

Te recomiendo que comiences a probar ofreciendo más variedad de platillos y sabores diferentes a tus hijos, aunque tú creas que no los aceptarán. Mientras más pequeños mejor.

 

Ellos son exploradores por naturaleza, los que limitamos esa exploración y moldeamos sus hábitos de acuerdo a nuestros propios miedos, somos precisamente nosotros.

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Si quieres saber más te invito a esta experiencia:  

RETIRO SANA LA RELACIÓN QUE CONDICIONA TODAS LAS DEMÁS